6 de septiembre de 2024
El dolor intenso de la frustración
*Mario Hernán López.
El escritor y periodista mexicano Juan Villoro, en un ensayo de reciente publicación (No soy un robot. La lectura en la sociedad digital), hace gala de una prosa abierta e ilustrada para introducir a los lectores en el complejo problema de las versiones e imágenes que la gente crea sobre sí misma. Para ilustrar el asunto, apela un maravilloso mito urbano: en 1921, Charles Chaplin se presentó a un concurso de imitadores de su personaje en California (hay varias versiones sobre esta historia, en las cuales varían los años y los lugares en los que salió derrotado el original). “En persona, el cómico parecía una pálida versión de sí mismo”, “¿De qué sirve ser auténtico si no lo pareces?”, preguntaVilloro.
A propósito de esta leyenda bautizada como el síndrome de Chaplin, vale la pena señalar que los críticos y estudiosos de la imagen teatral han examinado desde siempre las implicaciones simbólicas, psicológicas y políticas de laactuación y la representación. En el largo trayecto cultural del teatro, la mímesis ha sido utilizada, entre otros, para losprocesos pedagógicos, para el adoctrinamiento político o para la denuncia social. La distancia borrosa entre la realidady sus representaciones ha sido generadora de múltiplesbúsquedas de relacionamiento entre la escena y el público.
Para esta edición del Festival internacional de Teatro de Manizales, La Compañía Criolla de Argentina puso en escena la obra El Brote, se trata de una pieza excepcional, hermosa y poética, con la actuación de Roberto Peloni. El trabajo fue estrenado en el año 2023 con una gran aceptación del público que premia con una ovación el entramado de ficción y realidad sobre el cual se teje el espacio escénico. Los reclamos del personaje que busca a toda costa dejar de ser un actor utilitario para convertirse en uno protagónico mueve la trama y pone en tensión a un público sometido a la maestría de una actuación que logra trastocar los límites entre lo actuado y lo representado.
El universo creado en El Brote, arranca al espectador de la comodidad que ofrece la silla y lo ubica sin artilugios en un lugar ambiguo en el cual el esfuerzo físico, la sudoración, la mirada, el color de voz y hasta el sonido inoportuno de un celular entre los espectadores (ante lo cual el actor detiene por un instante su trabajo), crea un vínculo que imbricarealidad y ficción. En algún momento de la obra, el actor toma distancia del personaje para increpar al público por su condición pasiva, por su silencio, por su falta de voluntadante los acontecimientos.
En El Brote, se pone en evidencia las frustraciones de quienes aspiran a más con el motor de la ambición, de quienes convierten sus aspiraciones en formas abiertas o veladas de competencia y para ello apelan a la descalificación, el odio y la agresión. Las pasiones de un actor que busca reconocimiento y protagonismo lo llevan a utilizar sus personajes para tramitar sus propios fracasos.Los responsables del dolor intenso de la frustración son todos los participantes, en ellos están implicados el creador de la historia, los integrantes del elenco y el público cómodamente sentado en la ceremonia teatral ajeno en apariencia al valor del arte y la cultura. En su trayecto, la pieza abre las puertas a personajes de grandes clásicos: Sófocles, Shakespeare y hasta un exangüe Calderón de la Barca; cada uno de ellos hace parte del recorrido de una obra hecha para ser recordada en la historia del festival como una diatriba a los deseos siempre insatisfechos de éxito y autenticidad.
Universidad de Caldas.*