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2 de septiembre de 2024

El viento es salvaje Las heroínas trágicas de Euripides en carnaval

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“Vestidura exterior, amplia y suelta, sin mangas, que bajaba de los hombros formando caídas en punta por delante, usada por las mujeres en la Grecia antigua”.

Así define el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la expresión “Peplo”, el mismo vestido del que despojan a Fedra y Medea Las Niñas de Cádiz, una compañía andaluza que llega al festival precedida de un gran éxito en la península ibérica y con el Premio Max a sus espaldas al mejor espectáculo revelación del año 2020.

Pero ese despojo no es solo del vestuario. El grupo gaditano relee las dos tragedias de Eurípides, escritas en el siglo V a.C. para despojarlas de aquello que tiene de antigüedad y encontrar en ellas el signo de los tiempos, eso que permite a los clásicos ser clásicos y hablar del presente como si hubiesen sido escritas hoy.

El viento es salvaje (Fedra y Medea en Cádiz) es el tercer trabajo de esta compañía conformada por Ana López Segovia, Rocío Segovia, Alejandra López y Teresa Quintero, que tiene sus orígenes en la Universidad de Cádiz, y hunde su raíces en el reconocido carnaval gaditano, en donde afinan todo ese repertorio de humor propio de estas tierras del sur de España.

El primero de esos trabajos justamente da cuenta de un Cabaré a la gaditana, un espectáculo que va “directo a la yugular de la carcajada”. Con el éxito que supuso esta providencial aparición en el concurso de chirigotas, asumen un reto mayor, el de acudir a los clásicos de la antigua grecia para contarlos con ese humor local.

Cuando eran estudiantes en la universidad se dieron cuenta de que la comedia de la Grecia Antigua tenía muchos elementos comunes con el Carnaval de Cádiz, especialmente con el concurso. “Entonces pensamos en una Lisístrata y en cómo podríamos adaptar el lenguaje porque, realmente, la comedia es muy difícil de adaptar. La comedia es una cosa que caduca mucho con el tiempo, muy pronto, más que la tragedia”, relatan.

Entonces montaron a su modo Lysístrata (2500 años no es nada), seguras de que en los clásicos está todo, “está nuestra esencia, nuestra manera de vivir, de pensar. Los personajes grecolatinos tienen unas raíces latinas que hacen que sus pasiones conecten con nosotros de una manera capaz de llegar a todo el público”.

Sin una fórmula conocida, pero con la seguridad y la licencia que les da el humor, de saberse auténticas, dicharacheras, hijas del carnaval y de su cultura, emprenden una nueva búsqueda en ese mundo grecolatino y encuentran a estas dos mujeres, Fedra y Medea, empoderadas en la Antigua Grecia, trágicas ellas, perdida e ilícitamente enamoradas, pero con una fuerza que las lleva a enfrentarse a un destino adverso y reberlarse frente al sistema.

Estas heroinas trágicas llegan a una escena cuyo fondo es la mismísima ciudad de Cadiz, de la que dicen tiene “un perfil macondiano”. Y cómo no, allí todos los elementos cotidianos adquieren una dimensión mágica que presagia la tragedia: el perturbador viento de levante, anunciado por la agorera flauta del afilador y por la presencia del circo en las afueras de la ciudad, el trino de los pájaros, el coro de los vecinos...

Es que Cádiz es tan antigua como esas bailarinas romanas que inspiran el nombre del grupo: Las puellae gaditanae, unos personajes que animaban todas las fiestas en la Roma del siglo I a.C.No había una fiesta que se preciara en las que no estuvieran las puellae gaditanae, eran famosas en todo el mundo, en todo el imperio, explican. “Venían de Cádiz, aunque por extensión también se entiende que venían de toda la Bética, de toda Andalucía y nosotras, con el nombre de Las Niñas de Cádiz, queremos recordarlas de alguna manera. Se ha apuntado muchas veces a Lola Flores como una heredera de esta de estas mujeres tan potentes, tan graciosas, tan artistas”.

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